martes, 6 de octubre de 2009

El trago de vino cayó al fondo del pozo,

Y se adensó buscando al Dios del lugar,

Se lo tragó la sombra,

Se lo bebió un soplo de sed

Que no se sacia,

El resto fue la bestia,

Hozando entre la entraña.


LA JURISDICCIÓN DE DIOS

A Dios no le fue dada jurisdicción alguna:

Sólo ejerce su tremebundo poder

Cegando al play boy del mundo occidental,

Que hurga adentro del cuerpo de su madre

Después hace solo el camino apoyado en otra mujer

Así el destino que les otorga el Dios inapelable.


BUSCAR LA LUZ

Volvamos pues a buscar la luz,

Desde esta sombra que nos hala,

El resto ya se sabe:

Un viento helado besa nuestra frente,


Y Dios hace la luz en su confín terrible,

Solo en su soledad terrible y soberana.


LAS CIUDADES RADIANTES

Algún día volveremos del campo de batalla,

Dejando atrás nuestras armas

Blasonadas del polvo y la sangre de los nuestros.

Y volveremos a las ciudades radiantes

Adonde nuestras propias mujeres han yacido con otros vencedores,

Penetrando sus cuerpos dulcemente,

Musitando perdones en el ardor de un combate de antemano perdido.

En adelante puede comenzar la historia

MUJER Y DIOS

Mujer: ¿Debo olvidar tu infinita belleza?

¿Para ir a buscar el misterio de Dios por aquellos caminos?

Mejor yace conmigo en este lecho que otros dioses procuran,

Y bendigamos la lluvia que cae de nuestras manos.

¿Puedo afirmar que el infinito adentro en el que caigo es el Dios del lugar?

Puedo afirmar…?

DIOS Y LOS HOMBRES

El Dios no puede ser nombrado:

“Dios” resplandece en medio de lo hombres.

Y su misterio yace en una piedra de algún camino que nunca recorrimos.

El resto es la historia donde los sacerdotes devoran a los sacerdotes.


LA MIRADA DE DIOS


El error (lo saben ciertos sabios desde profundas oquedades):

Reducir a Dios a esto o aquello.

Dios es aquel terrible que nos mira y no es mirado.

Es entonces mejor callarnos y comenzar la historia.

Un túmulo para la victoria y un túmulo para la derrota

Desnudos y enfermos como siempre miramos y buscamos

El nos mira y nada sabemos que encierra esa mirada.



Publicado en el suplemento Correo del Sur de La Jornada de Morelos

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